Time. [Libre]

Era otro de esos monotonos días en el Instituto. No tenía idea de donde se habían metido todos y la verdad era que no me importaba demasiado, el tiempo me serviría para meditar en todo lo que había pasado en tan poco tiempo. Cómo habían cambiado las cosas? Y ahora yo era el encargado de este lugar...

Traté de no pensar en todo eso. Había salido a correr un poco para alejar todas las estúpidas preocupaciones de mi mente, pero no había tenido resultado. Mis pensamientos estaban llenos de ella. Clarissa Fray.
Cosa que me molestaba un poco puesto que no entendía porque no podía dejarme en paz. No era suficiente todo lo que había pasado?
Lo peor de todo era que en el fondo yo sabía que la a... No! Ya era suficiente.

Comencé a trotar de vuelta a la vieja iglesia, lo único que quería era darme una ducha con agua caliente y luego ocuparme de algún asunto pendiente o simplemente entrenar. Opté por entrar por otro lado... algo más complicado, pero aceptaría cualquier cosa que me distrajera.

Finalmente llegué del lado del invernadero y me había deshecho de mi playera puesto que había estado sudando, está ahora colgaba por mi hombro. Fue en ese momento que me percaté de que no estaba solo.
Si, tenía la experiencia suficiente como para detectar a alguien. Me tomó otro segundo ubicarle. Genial. Rodé los ojos.

- Llegando y a holgazanear, vas por buen camino. - exclamé mientras me recargaba en una de las paredes del invernadero y le observaba.

Debía admitir que no esperaba que fuera ella. Cualquier otra persona hubiera sido más razonable, pero no, incluso me hubiera conformado con Clarissa, en cambio me había topado con Renata.
No había nadie más en la casa con quien chocará tanto, por el carácter tan parecido que teníamos ambos.
Pero ella me parecía infantil, huyendo del instituto para hacer sabe que cosas y volviendo solo cuando se había cansado de su soledad. Sólo ella haría lo que se diera la gana y ahora que yo estaba a cargo de todo esto... Genial. Me recordaba a mi mismo.

Levante una ceja ante su comentario. - Perdona por matar tus ilusiones, pero estoy seguro que no esperabas que estuviera con los brazos abiertos ante tu llegada.

Sentí un poco de satisfacción al ver que no sostenía mi mirada por mucho tiempo, muy poca gente lo hacía. Sonreí para mi mismo. Mis ojos no se alejaron de ella para nada, estudiándola, intentando descifrar que era lo que en verdad quería. Estaba casi seguro de que pensaba quedarse.

- Tranquila, sólo es el comienzo.

La verdad es que siempre había pasado de Renata, lo del carácter se me venía de nuevo a la mente. Si fuera buena persona tal vez no la juzgaría, pero yo no era del todo bueno.
Y ahora si podría sacarle canas verdes y no pasaría de esa oportunidad.

Me daba la impresión de estar hablando frente al espejo. Acaso una chica podía llegar a ser tan arrogante como yo? Yo pensaba que eso era cosa de hombres, pero bueno, claro estaba que Renata no era una persona normal.

- No te vayas a morder la lengua, sabes que me preocupo por ti.

Pareció meditar algo de pronto, la verdad era que no me importaba, seguro era uno que otra fantasía torpe.
Mientras tanto me pusé a pensar en que tenía pendiente... No podía recordar nada. Iba a ducharme y luego entrenaría, pero el día era jóven.

- Así me gusta, Renata, sabes que apreció una buena batalla.

Me senté puesto que no tenía intenciones de quedarme de pie todo el tiempo y tampoco iba a levantarme e irme, veríamos quien tenía más aguante. Seria un tanto interesante.
Coloqué mis manos tras de mi nuca, relajándome y cerrando los ojos, pero consciente de todo a nuestro alrededor. Me sorprendía que no hubiera actividad en el lugar por parte de los demás.

Está chica no conocía la palabra sarcasmo. Claro que no me preocupaba por ella, me preocupaba más Simon y eso ya era demasiado.
Decidí dejarlo pasar, que riera todo lo que quisiera ahora que podía. Las cosas serian diferentes en un futuro no muy lejano.

- Exacto. No es mi culpa que tengas una baja autoestima. No te culpo, después de todo yo fui dotado de belleza... Es algo que me sobra a parte de ser mucho más intelectual y letal que otras personas

Podía sentir su mirada sobre la mí, pero ahora era yo quien estaba fijando su atención a otro lado. Aunque no necesitaba verla para darme cuanta de que tenía una sonrisa burlona en el rostro. Creo que podría notar todas sus emociones y demás sin necesidad de verla, sólo bastaba pensar en como reaccionaría yo si fuera ella y listo. De nuevo todo esto me recordaba extrañamente a un espejo.

- Eso me gusta, estaba cansándome de Alec, ya no me da pelea en ese sentido. Pero tú eres una víctima fresca y nueva.

Tal vez era la oportunidad perfecta para dejar un rato la hostilidad, puesto que a pesar que me interesaba ver como se iba a desarrollar está batalla que no parecía tener final, también tenía que ocuparme de otros asuntos más importantes.

- Después de irte de aquí, continuaste tu entrenamiento? O fuiste a buscar algún ciego con quien enredarte? - le cuestioné, era mi deber saber para poder enseñarle lo correcto.

Observe detenidamente sus movimientos llenos de confianza y su sonrisa burlona. La verdad es que por alguna razón no me sentía amenazado en lo absoluto por ninguno de sus comentarios o alguna de sus acciones. Todo se me resbalaba.
Ahora fue mi turno para sonreírle con diversión y asentir con la cabeza.

- Renata todos te hemos visto bien y no voy a negarlo eres bien parecida. Si bien te restan puntos de carisma en otros aspectos, la belleza no es algo de lo que tengas que preocuparte. Donde quiera que vayas levantas miradas y estás orgullosa de eso.

No podía engañarme ni yo a ella, eramos demasiado parecidos. Al parecer seria una pelea sin fin e incluso podría llegar a tornarse tediosa.

- Alec está enamorado, pero claro, tú no sabes nada de ese sentimiento teniendo el corazón de piedra. Tal vez por eso eres tan dura con los demás.

Lo último lo dije más para mi. Nunca lo había pensado de ese modo, era una interesante teoría. Pero bueno viniendo de mi todo era estupendo.
Con sus siguientes palabras negué con la cabeza.

- Lamentablemente te equivocas, me importa que es lo que hayas hecho, porque quieras o no soy tu tutor. Lo sé, ambos quisiéramos que no fuera así, pero por el bien de los dos, llevemos la fiesta en paz. Si haces lo que tienes que hacer terminará todo pronto y ambos podremos seguir con nuestras brillantes personalidades.

La verdad era que era la mejor solución, hacer lo que teníamos que hacer y mantenernos alejados para no terminar matándonos de pura desesperación. Pero yo llevaría a cabo mi promesa de entrarle a ella y a sus hermanos, lo que hiciera después no era de mi incumbencia.

- Bien, tendrás que darme una demostración pronto, para ver en que tenemos que trabajar.